El gato montés
- Proyecto Jenniña blog
- 10 nov 2018
- 1 Min. de lectura

Había una vez un gato montés que no quería vivir en el monte, quería vivir en una playa y ser irlandés. Se tomó un avión destino a Lahinch Beach y cuando llegó lo detuvieron por desobediente. Cuando estaba tras las rejas pidió un juez, pero que no fuera gato, que fuera perro setter o gran danés. Cuando lo vio llegar, no lo podía creer: no era perro, no era gato, ¡era un pequeño saltamontes! Este señor de traje y corbata, muy prolijo, muy formal, le dijo: “escúcheme, gato montés, usted queda libre, porque ser montés no viene de monte, viene de salvaje, de silvestre, de indomable. Es libre usted y puede vivir donde se le antoje. El mundo es suyo. Es de todos. Podemos vivir juntos el gato montés con el saltamontes, y la jirafa con el chimpancés; en las playas, los ríos o los bosques. Siempre y cuando nos respetemos y juguemos juntos al ajedrez".
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