El baúl de María

María vino sola, solamente con un baúl. Llegó detrás de Moisés, solo un año después. El baúl era de mi abuela, pero alguien lo hizo suyo sin permiso. Mi abuela dejó todo y llegó sin nada. Pero aquí nos creó a nosotros, un nuevo linaje, una nueva familia. Mi abuelo se hizo en mis tierras su marido y el papá de mi papá. Yo me hice hija de mis padres e hice a María y a Moisés mis abuelos. La tierra de María y Moisés no figura en mis documentos, pero corre por mi sangre y mis apellidos.

También en mis facciones, en mi arte y en mis cinco sentidos. Mis abuelos ya no están en estas tierras sureñas ni tampoco en las norteñas. Ahora están en los reinos del Cielo. Este relato ya no es mío desde que lo escribo. Yo no soy de Europa ni el mundo es mío. Vivo en el Sur donde las puertas están abiertas cuando en el norte estallan las bombas y las penas.

María y Moisés dejaron de ser quienes eran para crear una vida nueva. Yo no fui más quien era después de pisar las tierras lejanas de mi abuela y entender dónde surgía el árbol en el que nací y en una de sus ramas me convertí. El mundo es mi hogar, no es mío, pero le pertenezco. María y Moisés huyeron para no morir y engendraron vida. Dieron a otros una nueva guarida y de no ser por ellos, mi historia aquí no tendría cabida. A María y a Moisés: gracias por cruzar el mar y perpetuar la vida.