La niña y el niño
- Proyecto Jenniña blog
- 10 nov 2018
- 2 Min. de lectura
Había una vez una niña que estaba muy, pero muy enamorada de otro niño. Ya había tenido otros amores muy amorosos y había sentido así de intenso hacia otros muchachitos, pero este fue un amor muy especial: uno no correspondido.
A la niña le movía eso: el amor de pareja. Ese era su motor de vida, lo que la ilusionaba, lo que más la alegraba y también, lo que más la entristecía. La vida no tenía demasiado gusto si no se encontraba en una relación de este tipo. Pero resulta que esa vez, con ese amor, sufrió mucho. Pasó hermosos momentos y aprendió un montón! Sin embargo, su corazón, se vio desgarrado.
Cuando la niña y el niño decidieron separarse, ella lloró y lloró. Tuvo que construirse un barquito de papel para poder navegar en su mar de lagrimas. Y en su corazón, levantó un muro que dejó bloqueada una de las puertas del amor: el amor de pareja. Pues, durante largo tiempo, ya nadie pudo entrar por esa puerta.
De pronto, un día, navegando por el mar de lagrimas, se atrevió a mirar más allá y vio una flor. Cesó de llorar y miro a la flor nuevamente. La contempló. Pensó y sintió: ¡que hermosa flor! Nunca había visto una flor de esta manera, con estos ojos, con esta mirada, ¡que hermosísima flor! ¡Amo a esta flor! Siguió navegando y vio un árbol, y se enamoró del árbol. Se cruzó con sus amigos y los valoraba más que antes, amó a su familia también de otra forma, se enamoró de su trabajo, de sus hobbies, del cielo y de la tierra. Comenzó a navegar hacia dentro de su ser y se fue enamorando de sí misma.
Nunca se había mirado de esa forma, con los ojos del amor verdadero, hasta ese momento no se había fijado en ella, no había sentido esas otras maneras de amar. Hasta que se dio cuenta del AMOR, de que todos los caminos conducen a RomA, y formó un pequeño hogar para sí misma, con una fogata, flores, un gato y un lindo sillón. Se enamoró de las películas, los libros y las poesías de algodón.
El mar se fue evaporando y en su lugar comenzó a crecer un verde pasto. Y así fue que le dio inicio a su jardín. Algunas veces se volvía a llenar de lagrimas, pero ella ya sabía que había amor y un barco de papel para navegarlo, sin tener que ahogarse en los diluvios del temor.
Ese niño fue un gran maestro. ¡Miren todo lo que le enseñó! El dolor es una gran escuela, también lo es el amor. Ahora la niña está pronta para volver a amar como antes, pero aún mejor: siendo otra persona, un ser mucho mayor. Las puertas del amor romántico se están abriendo lentamente, dispuestas a prestar la llave a nuevo niño que sepa abrir su corazón. Esta vez ya no será una necesidad, sino una elección. Un amor libre y equilibrado, en donde haya lugar para los dos.
Esta es la historia de una niña que se ama a sí misma y descubrió el verdadero amor.
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