Sentarme a escribir
- Proyecto Jenniña blog
- 10 nov 2018
- 1 Min. de lectura
Sentarme a escribir es la mejor forma de ponerme a barrer los pelos de la gata. De ponerme a barrer toda la casa, de hecho. Sentarme a escribir es ver polvo sobre los adornos de mi escritorio y pararme de un salto a buscar un trapito para limpiarlos. Es arreglarme las uñas de las manos y de los pies en la ventana de mi casa, a pocos metros de la computadora abierta, esperando. Es escribir los 47 textos que hace tiempo tenía pendientes, pero no el que me senté a escribir, no, no, claro que no. Es escribir este mismísimo texto sobre el momento de sentarme a escribir y todas las resistencias que se ponen en juego. Sentarme a escribir es aprovechar para limpiar la bañera a fondo, pasarle la esponja de aluminio a la caldera y a la puerta del horno de la cocina mientras caliento el agua para el té. Sentarme a escribir es canalizar todos los miedos en actividades llenas de detalle y concentración, todas las que no incluyan escribir eso que me exige más detalle y más concentración, tanto que me abruman. Sentarme a escribir es un acto de total valentía que casi siempre pone en evidencia toda mi fragilidad y mi vulnerabilidad, y justamente por eso, es un acto de coraje.
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